Queridísima amiga:
Te escribo esta carta para agradecerte tu ayuda durante todos estos años, y es que sin ti, nada de lo que he vivido habría tenido sentido, ni siquiera esta carta.
Te agradezco que hayas estado junto a mí desde el día en que nací, desde el primer instante; hasta hoy, hasta ahora, que sigues demostrándome tu fiel amistad, ayudándome a escribirte esta carta.
Quiero que sepas que te considero mi mejor amiga, casi como una hermana, porque has estado siempre conmigo cuando te necesitaba y lo sigues estando ahora, a pesar de que he perdido a otra gran amiga… la voz.
Después de darte las gracias por todo lo que has hecho por mí, he pensado que te gustaría saber que el otro día leí en un libro, gratamente, lo siguiente: “Es tuya. Tú la creas. Se la das a otro, que la atesora y la tiene reservada. Tú la sigues conservando, y la valoras a tu vez”. Me hizo mucha ilusión saber que se refería a ti, y supuse que a ti te gustaría leerlo; aunque es absurdo, porque tú has sido la que les ha ayudado a escribirlo.
Para terminar, me gustaría que recordaras aquellas tardes y aquellas noches leyendo y releyendo junto a ti en el salón de casa; alrededor de al tenue luz y el suave calor que desprendía la chimenea.
Quiero pedirte que no me abandones todavía, que te necesito ahora y te necesitaré después, siempre. Y recuerda: “Todas las mañanas al despertar, de tu amistad quiero disfrutar”.
Gracias por ayudarme a escribir esta carta; gracias amiga por decir amistad, por llamarme amigo, gracias Palabra.
Un abrazo
Título: Queridísima amiga
Autor: Álvaro Aramendi (Club juvenil Txindoqui, Bilbao)
